Para atentados al patrimonio el que acaba de emprender el señor Romero. Y no al patrimonio material, sino al inmaterial, que es de mucho más valor, aunque haya quien pueda pensar lo contrario, por ser imperecedero, al menos en tanto nuestra memoria persista. Su siguiente tropelía ?todavía en fase de gestación? parece que va a ser la de cargarse el escudo de Los Barrios, símbolo y emblema del municipio, que representa a este pueblo campogibraltareño y que no es ni del PSOE, ni del PP, ni del PIBA ni de IU, y para lo que el señor ya ha impartido las correspondientes indicaciones.
El actual escudo tiene tras de sí su historia y su significado, como ya pusiera de manifiesto el Cronista Oficial de la Villa, don Manuel Álvarez Vázquez, hace unos años en un excelente trabajo, cuando se procedió a su normalización mediante el oportuno y obligado expediente administrativo que, como es preceptivo, hubo de pasar además por pleno, y no puede ser sustituido de la noche a la mañana caprichosamente. Pero el muchacho se ha levantado esta mañana y ha decidido que no es el apropiado.
Imagínense si en lugar de la fachada de la Casa Consistorial, pintada de verde por cierto, que es la imagen por la que ha optado como distintivo de la institución municipal para los documentos timbrados del Ayuntamiento, le hubiera dado a nuestra primera autoridad el barrunto de poner en la enseña la imagen de la manita del PA o, lo que habría sido aún peor, la de su propio rostro. Seguro que se ha quedado con las ganas.
Este tío que tenemos por primer edil es un auténtico megalómano y se da tal ínfulas de caudillo que se cree inaugurador de una nueva era, así que no se extrañe nadie si de aquí a unas semanas se propone implantar en el término de la localidad el uso de un calendario distinto, diseñado por su personal de confianza, que igual llama hasta jorgiano en honor de sí mismo.
Una actitud tal era de esperar de quien no ha reparado en escrúpulos para engatusar al electorado en una situación en la que ya de por sí partía con ventaja. Y todo para ver realizado su sueño de ser alcalde, una vez frustrada su vocación de torero. ¿No firmaría el figura un pacto con el diablo, pero sin notario delante, por si acaso?
Para mí, señores, que a este paso muchos terminaremos volviéndonos alérgicos al colorcito de marras y puede que incluso a la Heineken.
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