Pensiones ¿a qué viene tanto debate?


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Rafael Fenoy Rico | Secretario de Comunicación Educación de la Confederación General del Trabajo (CGT)

De las Pensiones, pagas por razón de jubilación, viudedad, orfandad o incapacidad, se viene debatiendo en foros, tertulias, parlamento, partidos políticos…hasta en el Gobierno, donde no hay unanimidad, ni mucho menos.

¿A qué viene tanto debate? Parece que el asunto se plantea como problemático en primer lugar, porque hay mentes que llegan a visualizar un futuro sin pensiones. Estas mentes, naturalmente, se encuentran alojadas en cuerpos a los que nada les falta, es decir, viven muy bien. ¡Claro!, viviendo así, con excedentes dinerarios para suscribir planes millonarios de pensiones privados, con amiguetes en altos estamentos sociales y públicos, con cuentas bancarias, aquí y allá… no es de extrañar que tamaña locura les quepa en el coco. Y es que no es preciso ser tonto para que la imagen de una sociedad desprotegida se instale en el cerebro de quienes nada tienen que temer, si de esa suerte tocara.

En segundo lugar, los más tontos de los tontos, se enrocan en que el actual modelo de gestión de las pensiones es el único viable. Cómo la caja de pensiones se alimenta de las cotizaciones de quienes están en activo, el asunto tan complejo se reduce a saber sumar o restar. Discursean de este modo: Si entra tanto y sale más de lo que entra, ¡estamos perdidos!. Eso dicen, y además lo repiten con insistencia, catedráticos, juristas, contertulios afamados, personas a las que se les atribuye cierta inteligencia.

Basta mirar un poco a lo que nos rodea para advertir que nunca (ojalá sea un error) se conseguirá el pleno empleo. Y ello porque “negocios, lo que se dicen negocios”, no hay muchos, más bien son escasos. Más aún las máquinas, de todo tipo, sustituyen, además con eficiencia, a los seres humanos en esto de hacer cosas, en esto de trabajar. Quienes creen que el enorme desempleo que padecemos se debe a circunstancias coyunturales, yerra, y yerra mucho. La prudencia aconseja preparar el peor de los escenarios, no por un afán catastrofista, sino por pura reserva ante el futuro incierto. Puestos en la tesitura de que habrá un enorme número de personas que no trabajaran casi nunca, no es posible debatir sobre el futuro de las pensiones como si esa realidad no pudiera existir.

Por ello si afirmamos que pase lo que pase las pensiones estarán garantizadas, lo que toca es reformar el sistema, de forma que sean los presupuesto generales del Estado los que garanticen todas y cada una de ellas, y además con las actualizaciones que requiera el incremento del costo de la vida. ¿De dónde saldrá el dinero? La respuesta es evidente: ¡de donde se encuentra!, así de esta forma dejará de tener sentido el negociazo de los planes de pensiones individuales a gran escala, y los productos financieros asociados al juego de los fondos en las grandes ruletas mundiales llamadas “Bolsas”.

Hablar de pensiones, ¡cuanto menos mejor!, porque el pueblo sólo quiere escuchar ¡que están garantizadas! Posiblemente de lo que haya que debatir, para erradicar, es de la existencia de estas “ludopatías” multimillonarias bursátiles y financieras, que tanta desgracia generan.

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