Llega la fiesta de San José,
la que siempre bien celebrada fue,
porque además de ser de los Pepes,
lo es de los padres y, en esta data
cuando era costumbre irse a pescar
hoy, de la casa no se puede salir
porque el virus a nuestra nación de península
la convierte en isla
y, si salimos podemos ser pescados por él.
Las familias quedan separadas sin estar rotas;
ya que, no pueden todos sus miembros reunirse
por culpa de este maldito enemigo.
La celebración, de la que siempre señalada fiesta fue,
queda arruinada;
la entrada y llegada de la primavera
se hace con mucha cautela y reserva
porque no sabemos lo que durará esta situación.
Daba gusto ver en este día
Las pastelerías, como la de La Plata,
con colas para llevar pasteles y pasteles,
restaurantes a rebosar,
y cafeterías a tope,
abrazos, besos y felicitaciones
y hoy comemos echando de menos
los que estando cerca o lejos no están
y no hay brindis de dicha
y si suspiros anhelando que vuelva la salud
y esa libertad que el coronavirus nos ha quitado,
y no hablemos ya de la económica crisis,
de esa no hablemos porque tiempo vendrá de apretarse el cinto;
aunque, eso si, esperamos sea temporal
y vuelva a brillar en nuestros pueblos y ciudades
el sol de la tranquilidad
pero nunca olvidaremos, si lo podemos contar,
este marcado San José
en que éste que nadie invitó
convirtió en isla a nuestra bella península
y solamente nos queda que, en nuestros hogares
suene aquella canción del Dúo Dinámico
y nos dé fuerza para gritar: ¡Resistiréeee
y a ti te venceré porque España invencible es!
Pero todo ello no impide que,
salvando la distancia de rigor,
diga: ¡Felicidades padres y Josés ,
aunque este año nos quedamos sin abrazos ni besos
pero, ya llegarán y de lo mejor
quedan emplazados a cuando se acabe esto!
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