Testimonio de un vecino de Los Barrios en la masacre de la carretera Málaga-Almería, “La Desbandá” (1937)

Con este nombre fue conocida la huida descontrolada de la población de Málaga, bajo control republicano hasta ese momento, ante la inminente entrada de las tropas franquistas a la ciudad. La población huyó por la carretera, hoy N-340, dirección Almería. En esta huida se encontraban habitantes de la ciudad malagueña así como refugiados procedentes de pueblos y provincias cercanas, de donde habían huido previamente a medida que el ejercito sublevado las iba ocupando.

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Antonio Martínez Solino

Esta marea humana fue incorporando refugiados a lo largo de su marcha. La caravana sufrió desde el mar el bombardeo encarnizado de los barcos de la marina sublevada, y desde el aire por la aviación. Mientras los primeros huidos conseguían llegar a Almería, la destrucción del puente entre Almuñécar y Motril obligó a otros muchos a darse la vuelta.

Este hecho ocurrió en la Guerra Civil Española entre los días 6 y 8 de febrero de 1937.

Antonio Martínez Solino: Nací en el mes de diciembre de 1930. No sé bien el día porque mis padres encargaron mi registro de nacimiento a un ganadero, primo de mi padre, que pasaba con una piara de vacas para Alcalá. A este hombre se le olvidó y me apuntaron en enero, un mes más tarde, ya en el año 1931. Esto era algo que solía pasar con frecuencia a la gente del campo porque no se iba al pueblo. Yo conozco a gente de Murta que fueron al pueblo por primera vez cuando se tallaron.

Lo que voy a contar hace ya mucho tiempo que ocurrió, pero todavía conservo bastante memoria a pesar de tener 93 años. Fue una dura historia que nos tocó vivir a toda mi familia.

Cuando saltó la guerra civil yo vivía en El Pino (La Polvorilla), tenía 6 años. Había mucho miedo entre la gente porque algunos políticos del pueblo empezaron a tomarse la justicia por su mano. En los Barrios mataron a muchos vecinos sin culpa ninguna, tan sólo para robarle lo poco que tenían, acusándolos con mentiras.    

A la familia Pereira le mataron 5 hijos y tan sólo dejaron vivos a la madre y a un hijo que no estaba bien, todo para quitarle las vacas.  A mi tía Curra, llegaron a su casa varios tíos de aquí del pueblo y le dijeron: “Usted nos va a guisar un par de gallinas que luego nos vamos a dar una vuelta con su padre por lo alto de la sierra”.   Mi tía mató las gallinas, las guisó, y cuando se las comieron se llevaron al padre.  Viendo que el padre no venía, y no venía, fueron a buscarlo y le habían “pegao” un tiro en lo alto de la sierra.   Se llevaron todas las vacas que tenía mi tía, ¡una piara de vacas!

Un día llegaron al Pino una gente, ¡estos políticos del pueblo que mataban la gente a pares por entonces!, y cogieron a un hombre que venía con un caballo negro. Amarraron el caballo a un quejigo que estaba allí cerca, al lado de la carretera, y al hombre lo cogieron y se lo llevaron. La gente que vivía allí, al ver esto, se asustaron porque pensaron que iban a matarlo y que se llevarían a más vecinos. Entonces, algunos de los vecinos “dieron a correr” sierra arriba. Mi padre también “dio a correr” y nos fuimos todos. Íbamos mis padres, mi hermano Quico, mis hermanas Teresa e Isabel, y yo. Nos fuimos andando, tan sólo con la ropa puesta y sin nada para comer. Cogimos por Juan de Sevilla (La Almoraima) y Castellar para llegar a Casares. Allí estuvimos un tiempo. En el pueblo mataban vacas para dar de comer a toda la gente que iba “corriendo”. Mi padre iba todos los días con una olla para recoger la comida. En Casares murió una hermana mía, se llamaba  Isabel, era la más chica, allí está “enterrá”.

Luego seguimos dirección Málaga. En algunos pueblos por los que pasábamos nos daban pan o chuscos, y en otros algo para comer.

Desde Málaga nos fuimos por la carretera que nos llevaba a Almería. Por esta carretera iba tanta gente que nos estorbábamos unos a otros. Solíamos caminar por la carretera, pero si pasábamos por algún sitio desde donde te veían los barcos teníamos que salirnos y andar por el monte, porque si no te mataban a cañonazos y a tiros.  ¡Ahí matarían a miles de criaturas! 

Un día empezaron a ametrallar a todas las personas que íbamos caminando por la carretera. Entre los muertos,  estaba una mujer tirada en la carretera al pie de un puente con un balazo que le habían “pegao”.  A su lado tenía al hijo pequeño que le estaba  mamando. Entonces, mi madre se quería traer al niño, pero mi  padre le dijo: ¡Pero si llevamos ya a tres!, ¿¡cómo vamos a llevar a otro más!?

Más adelante, cerca de Almuñécar, en un cerro con árboles que eran olivos o acebuches, de repente, escuchamos un tiroteo. Mis padres nos juntaron a todos los hermanos al pie de uno de esos árboles, y nos protegieron con sus brazos y sus cuerpos, por si nos mataban que estuviéramos todos juntos. Luego resultó que eran soldados que disparaban al aire con los mosquetones diciendo: “!para atrás, todo el mundo para atrás!”. Eran soldados que querían que nos volviéramos. !Y de allí nos volvimos!

En la vuelta echamos otros montón de días. Caminábamos hasta de noche y comíamos lo que nos iban dando por los pueblos. Por último, recuerdo que llegamos una mañana temprano a Juan de Sevilla (La Almoraima) a una zona que le llaman las Tejoneras, cerca de Fatigas. Allí nos quitó mi madre los trapos que traíamos puestos y nos dejó a todos en pelotas. Lavó la ropa, la puso a secar, y cuando nos vistió, ya sequitos, cogimos y llegamos al Pino otra vez, después de haber estado “tiraos” por ahí una “pila” de meses, ¡pero venía una menos!, mi hermana Isabel.

Las más recientes investigaciones cifran en más de 300.000 el número personas que huyeron de Málaga y los alrededores, de las cuales murieron entre 4.500 y 6.500”.

Bibliografía:

La Desbandá / 1937. De Málaga a los Pirineos: Catálogo organizado por el Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, con la Universidad de Málaga y la Fundación Unicaja.

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