Tópico y realidad del pueblo andaluz, por Antonio Pérez

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Los guionistas televisivos se afanan en introducir personajes subalternos andaluces, de acento exagerado y chiste fácil. Muy parecido al papel que se les asignaba a los norteamericanos de étnia afroamericana en las películas de Hollywood de la mayor parte del siglo XX, donde no pasaban de criados y mozos de ferrocarril. Y no es que estas profesiones no sean dignas y respetables, es que se pretende mantener un tópico que por su falsedad supone una ofensa para el pueblo andaluz.

Se trata de una imagen creada para el consumo y lejos de la realidad. El andaluz indolente, festivo, ocioso y flojo. En cambio, el catalán, trabajador, intelectual y, también es verdad, ahorrador y más bien tacaño, si bien esto último ligado a su actividad de grandes emprendedores y productores.

El estereotipo televisivo es la consecuencia de un juicio injusto que viene en buena medida del exterior, de viajeros románticos y de otros, como Daniel Defoe y Madame Aulnpy- que no llegaron jamás a pisar tierra andaluza, pero cuyos libros hicieron mucho daño a Andalucía durante más de un siglo. Hubo algunas excepciones como las de Richard Twiss o Mathilda Vetan-Edwards.

La generalización aplicada a todo lo andaluz dibujaba un pueblo primitivo, fatalista, lujurioso y vago en muchos casos. Afirmaciones gratuitas que quedaban muy bien para cierta literatura extranjera, y que permanece, en muchos casos, en el subconsciente de los españoles, para aflorar en la televisión o en el teatro como hoy ocurre, a veces interpretado por andaluces, o por remedos exagerados de andaluces.

En períodos que estuve fuera de Andalucía, me molestaba especialmente, tanto el andaluz que desdeñaba de su tierra y pretendía adoptar un forma de hablar diferente, para no parecerlo, como el que quería ser excesivamente gracioso, “excesivamente andaluz”, para agradar o aparecer gracioso. El ser andaluz lleva consigo una gracia especial que no puede ocultarse, pero ello está muy lejos del bufón de turno.

Existe un habla andaluza, indudablemente. Y ello es una riqueza de la cultura propia. Un habla muy variada, que Manuel Alvar, expresidente de la Real Academia estudió pueblo a pueblo en la década de los cincuenta del siglo pasado. Alvar acabó asombrándose de la fonética, “la más progresista del mundo hispánico”, y la paradoja de convivir con unos de los léxicos, “más arcaizantes de España”. De manera especial destacaba la influencia del andaluz en el español de América.

Quienes mantienen un concepto espurio de lo andaluz, no son capaces, o no quieren ver otra identidad que la del estereotipo que, ya en pleno siglo XXI sigue vigente para muchos españoles, que desconocen y no quieren conocer la verdadera historia de un pueblo enriquecido por las culturas más antiguas.

A veces, ese reconocimiento es más evidente fuera de España, tal como afirma el escritor andaluz Antonio Checa, quien descubría en la Enciclopedia of Word Cultures, editada en Boston, cómo esta prestigiosa publicación establecía en esencia cinco pueblos en España: castellanos, catalanes, vasco, gallegos y andaluces. “Observo, en efecto, -escribe el periodista- que el criterio lingüístico es decisivo a la hora de establecer identidades, y resulta por ello más digno de subrayar aun que Andalucía se uno de los pocos, muy pocos pueblos de Europa ?en rigor sólo algunas islas-, que escapan a ese criterio”.

Checa continúa señalando que las páginas de dicha publicación define a Andalucía “quinta esencia de España”, dedicando apartados a describir rasgos andaluces, desde el flamenco o la celebración de la Semana Santa hasta el urbanismo popular”, añadiendo que, “resulta más que curioso que eso que tantas veces, aquí dentro, en España y en la propia Andalucía, se nos niega, es decir, el ser un pueblo con su cultura específica, aunque no tenga idioma propio, aparezca aquí tan sencilla y claramente descrito y destacado. En casa del herrero, cuchillo de palo, y bien se ve que lo que sociólogos o antropólogos norteamericanos ven de inmediato, esa especificidad andaluza, aquí sin embargo cueste tanto, y todavía hoy, que sea reconocido”. Tendremos que leer a autores extranjeros como Julián Pitt Rivers o Gerad Brenan que sí supieron descubrir y entender el ser andaluz.

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