Jerez, municipio cercano y perteneciente a la misma provincia que el nuestro, Cádiz, amanece con un trágico suceso que causa una gran alarma social por el contexto y escenario en el que se produce: un estudiante de 14 años, apuñala en un Instituto a tres profesores y dos alumnos. Según relato de sus propios compañeros: “abrió la mochila, sacó dos navajas y empezó a acuchillar a todo el mundo”.
Las causas todavía se encuentran en una fase embrionaria de su investigación, donde los diferentes medios de comunicación hablan de que su autor nunca había sido un joven problemático, así como de que se trata de un alumno con necesidades educativas especiales y que podría haber sufrido algún un episodio de “bullying”.
Así que sin entrar en más detalle del hecho concreto, y en una línea continuista de la máxima que rige mi labor profesional enfocada principalmente al ámbito preventivo y asistencial, que consiga con la lectura del presente texto comprender y con ello aportar mi granito de arena, para garantizar que los centros educativos del municipio para el que trabajo y por lo tanto para el que tengo el deber de cuidarlos, sean siempre espacios seguros.
Si nos centramos en los acontecimientos, podemos definirlo como una situación “AMOK” (palabra malaya que significa súbita y espontánea explosión de rabia salvaje), donde en el caso que nos ocupa, una persona agrede a otras con arma blanca de forma indiscriminada. El mencionado síndrome hace referencia a una “locura asesina”, en la
que hace acto de presencia una crisis de agitación de forma brusca, y preso de esa ira sobrevenida, el autor agrede a cualquier persona que se encuentre en su camino.
Si atendemos a los criterios experienciales de incidentes pasados, a sus autores les puede motivar o impulsar una serie de sentimientos como la venganza, la fama, un trastorno mental, etc.…teniendo como objetivo, cualquier persona que se encuentren a su paso en el entorno previamente seleccionado para su ataque.
Si recopilamos algunos antecedentes a modo de ejemplo, podemos destacar algunos ocurridos en suelo europeo como los perpetrados en Winnenden (Alemania) el 11/03/2009, donde en una escuela, un exalumno mata a 9 compañeros y 3 profesores, matando además a 3 personas cuando se aproximaba al centro educativo y que se encontraban casualmente por los alrededores; o el ocurrido en Utoya (Noruega) el 22/07/2011, en el que un extremista de derechas, mata a 77 jóvenes e hiere a 151 en una pequeña isla en el momento de la celebración de un acto político, rindiéndose al primer policía que llegó.
En Estados Unidos ha sido muy frecuente también este tipo de hechos, pudiendo reseñar los ocurridos en Denver en julio de 2012, en el que un joven disfrazado de “Joker”, entró en una sala de cine y mató a tiros a 14 personas y dejó más de 50 heridos; el de Las Vegas en octubre de 2017, donde un hombre de 64 años asesinó a 59 personas dejando
heridas a más de 500 en el Festival anual de música Country, siendo encontrado posteriormente por la Policía, muerto en su habitación del hotel desde donde perpetró el ataque; o el de Texas en mayo de 2018, donde un joven de 17 años, mató a 10 compañeros e hirió a otros 10 del Instituto de Santa Fe, yendo armado con escopetas recortadas y
vestido con una camiseta con la leyenda “Nacido para matar”.
Si atendemos a nuestro país (España), cabe destacar el ocurrido en Barcelona en abril de 2015, donde un alumno de 13 años, atacó en un Instituto a varios profesores y compañeros con una ballesta, un machete y un cóctel molotov, causando la muerte de un profesor, heridas a otro y a compañeros; o el ocurrido en Tarragona en diciembre de 2021, en el que un Vigilante de Seguridad de 45 años y origen rumano, disparó a 3 compañeros (en la sede de Securitas) y a un Mosso d´Esquadra en un control durante el transcurso de
la operación “jaula”. Posteriormente huyó en vehículo del lugar y se atrincheró en una Masía a 20 km de Tarragona, armado, con abundante munición y chaleco antibalas.
Finalmente, tras un intenso tiroteo fue neutralizado por el Grupo Especial de Intervención (GEI) de los Mossos d´Esquadra.
Las graves consecuencias, tanto para la integridad física de las personas como para los bienes, derivadas de la comisión de incidentes como el analizado en el presente artículo, imponen la existencia de un plan de actuación ágil y eficaz que permita la inmediata atención de las personas afectadas y la limitación de los estragos causados, facilitando a su vez la actuación de las diferentes Unidades policiales intervinientes tendentes a la identificación, localización y detención de sus autores. El objetivo es impedir que causen más víctimas a través de la búsqueda, neutralización inmediata o contención en el menor
tiempo posible. EVITAR QUE LA SITUACIÓN DE CRISIS SE EXTIENDA Y
REDUCIR LOS TIEMPOS DE RESPUESTA.
Importantísimo es en primera instancia, la información que se pueda recibir y las comunicaciones que deben ser trasladadas con carácter urgente, con el objetivo claro de satisfacer las necesidades operativas (adoptar medidas preventivas o abrir nuevas líneas de investigación) por un lado, y por otro, poder informar a los escalones superiores.
Atendiendo al lugar de intervención, se estará ante tres zonas claramente diferenciadas:
Zona fría: en la que no existe peligro y donde la cuál debe de ser
acordonada para los trabajos policiales que se deban desarrollar con
ausencia de este.
Zona templada: intermedia.
Zona caliente: próxima al incidente.
Se hace necesario primero identificar el incidente y al autor, así como a las víctimas del ataque si las hubiere, después evaluar lo más rápido posible la toma de decisiones a adoptar, finalizando con la neutralización inmediata del agresor y la atención y puesta a salvo de las víctimas.
Está claro, que la seguridad absoluta no existe, ni nada que pueda garantizarla. En ese sentido, es imposible por tanto eliminar el riesgo al completo, siempre queda ese riesgo residual, que obviamente, debe de ser asumido. Cuando hablamos de riesgo, hablamos de la existencia de una amenaza y una vulnerabilidad. La amenaza es aquello con capacidad de causar un daño y la vulnerabilidad, la poca o nula defensa ante ese daño. Por ejemplo, la amenaza sería un incendio en un establecimiento, y la vulnerabilidad, la inexistencia de medidas de protección pasivas como extintores, alarma, puertas de emergencia, etc.…a mayor vulnerabilidad, mayor es el riesgo. Y para prevenir ese riesgo, hay que tener en cuenta los tres pilares de la protección: anticipación (anticiparse al problema), si el problema se presenta, hay que reconocerlo e identificarlo (qué es lo que tengo delante), y por último, una vez identificado, resolver ese problema.
De vital importancia también es la labor desempeñada a la hora de evacuar e impermeabilizar zonas de actuación. Sin prisas y sin pérdidas de control. En ese sentido, siempre ayudará, los planes de evacuación de los propios Centros Educativos, cuyo alumnado repasa y practica en simulacros realizados al efecto.
Como siempre puntualizo, y haciendo mención a lo que represento, la Policía tiene que poner orden en el desorden. Hacer lo común en situaciones fuera de lo común. Sentirse cómodo en la incomodidad…en definitiva, tiene que saber gestionar el caos. No podemos ordenar nada, si previamente nosotros no estamos ordenados. No podemos controlar nada, si previamente no estamos controlados. Y todo ello conlleva estar amparados bajo protocolos de actuación previamente establecidos y entrenados, que permita llegar al lugar de los hechos y actuar como se ha pensado, y no llegar, y ponerse a pensar en cómo
actuar. Con ello se reducirán los tiempos de respuesta, y el tiempo, en una emergencia, salva vidas. Del mismo modo, es de vital importancia una acertada planificación, ya que es la diferencia, entre el éxito o el fracaso de cualquier acontecimiento. Tenemos que evitar en la medida de lo posible, la improvisación en las tareas policiales a desarrollar, y
que cada agente actuante sepa siempre lo que tiene que hacer, y cómo lo tiene que hacer.
POR TODA LA COMUNIDAD EDUCATIVA…MI ORGULLO Y MI ADMIRACIÓN
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